En APEZTEGUIA creemos en el poder de la arquitectura para transformar tanto como en el poder del arte para cambiar las cosas.

Entendemos la arquitectura como un trabajo social que quiere mejorar y cambiar las condiciones de vida. En ningún caso la entendemos como un trabajo “a mayor gloria del proyectista” y, desde luego, no creemos que  nadie pueda determinar cómo alguien ha de vivir, cómo ha de enseñar o cómo se ha de divertir.

Pensamos la arquitectura desde su razón de necesidad, buscamos soportes fijos en los que fundamentar nuestras soluciones y, por ello, nuestra forma de enfrentar el proyecto y de entender la práctica profesional parte siempre de la necesidad de resolver los problemas concretos planteados por el cliente, no perdiendo nunca de vista su correcta adecuación al entorno y su condición de objeto perdurable en el tiempo.

En APEZTEGUIA sabemos que todas las definiciones y condiciones de partida están en el cliente y en el lugar. Nuestra responsabilidad nos lleva a escuchar y mirar atentamente, a profundizar en  el origen de la oportunidad. Éllo nos proporciona gran cantidad de datos, de los que partir, y de fines, a los que llegar, con lo que el proceso, partiendo del blanco, va tomando forma a base de preguntas y respuestas que nos acercan, poco a poco y costosamente, al final.

El trabajo se transforma así en un juego de aproximación en el que cuantos más datos se introduzcan, cuantas más condiciones existan  más fácil será  llegar a la meta con éxito.

Sabemos que todo proyecto nuevo esconde una OPORTUNIDAD, que siempre existe un “más allá” que abre una posibilidad para transformar el mundo, para restituir un paisaje, para rehabilitar un pasaje de la ciudad, para permitir que el sol entre en un lugar en el que hace mucho tiempo que no está, para ofrecer un espacio de juegos o un punto de encuentro, para plantar un árbol o para embellecer un rincón. Y también para hablar, a través de las formas, y dejar construida una opinión, una manera de mirar con honradez y de estar con dignidad.

APEZTEGUIA se distingue en el mundo de la arquitectura por ofrecer tanto un conocimiento fiable de la naturaleza intelectual de la propia disciplina como un control real de lo que ésta genera en su entorno más inmediato. Muy pocos estudios valoran este doble nivel de comprensión.