Palacio de Congresos y Auditorio Cultural de Navarra
1999 - 1999
Ubicación
Pamplona (Navarra). España
Cliente
Gobierno de Navarra
Coautor
Ana Arriazu, Edurne Ureta
Autor fotografía / infografía
Javier Sagardía
Premios
Concurso. 3º Premio.

DESCRIPCIÓN DE LA SOLUCIÓN

Con la solución urbana elegida, el programa establecido se fractura en dos, el Palacio de Congresos y el Auditorio. Ambos usos, aunque diferentes, están muy relacionados entre sí, por lo que deben quedar perfectamente comunicados y enlazados de manera que el proyecto recupere la unidad perdida. Para ello, aunque las rasantes limítrofes de la solución sean las de la ciudad actual (matiz fundamental para cumplir el objetivo de recogida planteado), se eleva ligeramente la cota de la línea de enlace entre las dos plazas triangulares. Así se consigue que, interiormente, sea fácil conectar las dos piezas y, exteriormente, se construye un escenario urbano al dibujar una línea de cumbrera que constituye una línea de horizonte con el telón del muro de la Ciudadela al tondo, liberado de la vista del paso continuado de coches por la Avenida del Ejército gracias precisamente al mencionado incremento de cota. En esta misma línea escénica se establecen las dos escenas interiores, la de la sala grande y la de la sala pequeña, quedando la primera dentro del volumen de Auditorio y la segunda del volumen del Palacio de Congresos.

Lógicamente, la comunicación entre los dos volúmenes se realiza a través de un vestíbulo localizado debajo de esta elevación de la plaza. A dicho vestíbulo se accede desde dos bocas o rampas inclinadas que se sitúan una en la Avenida del Ejército y otra en la calle Yanguas y Miranda.

El proceso de generación del proyecto se hace a partir del vaciado total del solar hasta la cota -8,6O. En este agujero, como primer gesto, se colocan las dos rampas de entrada mencionadas. El resto del volumen enterrado sobrante se destina a aparcamiento, almacenes, instalaciones y dependencias secundarias.

Dichas bocas de entrada tragan no sólo peatones, sino también vehículos ya que las rampas de acceso a los garajes se sitúan paralelamente a las mismas. Así, coches y peatones son tratados de la misma manera y se consigue que desde las planchas de aparcamiento se acceda directamente al mismo vestíbulo del edilicio.

Con estos gestos descritos se crea un nuevo paisaje urbano que aparece como un tallado del suelo que asciende o desciende según las necesidades del proyecto. El aspecto escultórico de dicho paisaje hace pensar en un material pétreo para su construcción, dando réplica a la piedra musgosa del muro de la Ciudadela.

Las salas se sitúan sobre las dos rampas de acceso de manera que sus panzas vistas, formadas por el encuentro de distintos planos inclinados, comprimen las entradas. Para llegar a ellas es necesario volver sobre los pasos andados, por lo que desde el vestíbulo grandes escaleras actúan como ganchos de enlace que provocan el movimiento de ida y vuelta deseado.

Las entradas se posicionan exactamente bajo las escenas, situadas en la citada línea escénica, que se encuentran conectadas por una planta, de gran altura, destinada a almacenes. El suelo de estos almacenes, que constituye el techo del vestíbulo, se trata igual que las panzas de las salas, de manera que se crea una única pieza cuyo tallado incita al movimiento y que pasa entre los  dos grandes agujeros de la plaza, como un gran pañuelo en cuyos extremos se sitúan cada una de las salas y cuya ligereza y movilidad le permiten entrar y salir a voluntad.

Las dos salas son de tipo frontal, de la misma familia, y sus pendientes se dibujan según las curvas de visión exigidas para este tipo de espacios. La grande, al llegar a su final, se desdobla en dos plegamientos diferentes. El primero constituye un graderío de mayor pendiente y el segundo, un balcón horizontal, que actúa de vestíbulo o foyer de descanso en las representaciones, abierto a las vistas hacia la Ciudadela. El graderío, al levantarse, crea un gran agujero en el balcón que permite la iluminación de la rampa de entrada.

Las escaleras de acceso son la prolongación de las mismas pendientes del interior, de manera que se puede acceder a la sala desde múltiples puntos de su perímetro, podría decirse que directamente a cada una de sus filas de asientos y no desde unas pocas entradas como es habitual. La situación asimétrica de la gran sala dentro del bloque permite, además, llegar a los descansillos intermedios mediante una serie de ascensores que parten desde el vestíbulo y que atienden tanto la llegada de los minusválidos como de los personajes VlPS, cuyo palco se localiza en este mismo lado, en forma de un descolgamiento de un pequeño graderío elevado paralelo al constitutivo de la sala.

La sala pequeña es una réplica de la grande por lo que hace los mismos movimientos y plegamientos que ella, pero en este caso para enlazar con las planchas horizontales que constituyen el Palacio de Congresos. Sin embargo, la tuerza y la tensión de su ascenso son capaces de romper el volumen por lo que emerge libremente entre dichos planos.

En este segundo caso, el balcón correspondiente al vestíbulo de descanso de la sala grande localiza la cafetería a la que se llega bien atravesando el espesor de las cabinas de traducción o bien directamente desde los usos congresuales. Las vistas se dirigen esta vez hacia el Segundo Ensanche, donde se localizan la mayor parte de las oficinas y servicios de la ciudad.

El movimiento ascendente de la sala pequeña es replicado por un contra movimiento de la escalera que conduce hasta las salas de congresos, localizadas en la última planta del volumen correspondiente. Dichas salas pueden funcionar con independencia o unirse entre ellas creando una nueva gran sala de tamaño parecido al Auditorio. Sus dimensiones son diferentes. Sus anchuras y larguras van creciendo según una serie armónica al igual que sus alturas que se van incrementando a medida que se acercan al edilicio de la Caja de Ahorros. Dicho movimiento constituye el último pliegue de un movimiento continuo que atraviesa y ata el edilicio (que ya es uno y no dos) de extremo a extremo del mismo, hasta conseguir enlazar con las planchas horizontales que acogen las exposiciones en la planta baja del Palacio de Congresos, concebida como una prolongación interior de la plaza exterior, el restaurante en planta primera y las salas ya mencionadas, en la tercera.

En cuanto a los camerinos, es necesario señalar que forman parte de la escena grande, por lo que quedan contenidos dentro de su volumen y se manifiestan al exterior como un último telón de las cincuenta líneas exigidas por el programa. Dentro, un paisaje de escaleras, ascensores y pasarelas permite moverse a los actores, los músicos, etc. cómodamente desde la privacidad del camerino hasta la publicidad de la escena.

En este mismo volumen de escena se localizan, hacia abajo, el toso de los músicos y los almacenes a los que se llega desde una gran rampa que permite la llegada de trailers a los mismos. Los camiones pueden dar la vuelta mediante una plataforma giratoria localizada en la misma planta de almacenaje. El tamaño de esta escena, especialmente el fondo, esta sobredimensionado constituyendo un hombro final que permite montajes paralelos y espectáculos pequeños de ópera.

La escena pequeña, en cambio, es mucho menor y sólo dispone de unos pocos camerinos insertados entre las plantas de oficinas, permanentes o eventuales, que rematan lateralmente el Palacio de Congresos.

De esta manera, la pieza de camerinos por un lado y la de oficinas por otro concentran todos los servicios y espacios pequeños del programa, elevando sus alzados hacia la plaza tendida que comparten con el Parlamento y la Casa Municipal de aguas.

La resolución de las cubiertas hace que formen parte también de los plegamientos generales del edificio. La del Auditorio, ligeramente inclinada hacia la Ciudadela, levanta un plano con mayor pendiente, que constituye un graderío al aire libre con vistas hacia la estrella y los jardines. Interiormente, este levantamiento genera un espacio, que abre su mirada hacia las cubiertas del Casco Antiguo, y que es ocupado por las dos salas de ensayo, la de baile y la de música, directamente comunicadas por los mismos núcleos con los camerinos y la escena. La cubierta del Palacio de Congresos hace precisamente el juego contrario contraponiéndose al anterior mediante la elevación de la cubierta de las cuatro salas.

Exteriormente el edificio queda constituido por los perfiles de las planchas de hormigón, horizontales o plegadas, que van alojando los diferentes usos. Los cierres se establecen a modo de cortinas. Las primeras de vidrio para permitir la visión desde el interior al exterior y, la que no es menos importante, desde el exterior al interior. Las segundas, cuando las haya, de hormigón y las terceras, cuando las haya, de madera.